DUELO EN LA ADOLESCENCIA


Hablar de esta etapa que comprende de los 10 a los 20 años de edad, según la OMS, es hablar de una etapa de constantes cambios y renuncias, por esta razón hablar de duelo en la adolescencia es esencial. La adolescencia es una etapa de transición en la que se abandona (eso es lo que se esperaría) el rol infantil para darle paso a una etapa de madurez sexual, emocional y cognitiva hasta llegar a la etapa adulta. De acuerdo a las distintas teorías acerca del desarrollo humano, la etapa adolescente es una etapa previa a la independencia que busca todo individuo, sin embargo, a falta de habilidades físicas, emocionales y mentales que el individuo no logró desarrollar durante las etapas previas a la adolescencia, tenemos a un adolecente mutilado, incapaz de enfrentar las distintas pruebas que la vida le presenta. Una vez que lo intenta, y comprobar su fracaso ante dichas pruebas, regresa al seno familiar donde encontrará de forma perpetua protección, cariño, cuidados, afecto, y le será muy difícil buscar su propia independencia. Estamos hablando de adolescentes que no van acorde a su desarrollo psicobiológico, estamos hablando de adolescentes mutilados por los propios padres, que en su afán de brindarles un entorno libre de peligros y dolor, los llevan a  un estado de conformismo y búsqueda de placer que no les permite buscar su propia identidad, su propio desarrollo. Hablamos de familia asfixiantes que no muestran interés por que el niño, ahora convertido en adolescente, que no permiten que se equivoquen, que aprendan que todo se consigue con base en esfuerzo, con trabajo; familias que jamás permitirán que el individuo pase por la carencia y la austeridad, que les crean expectativas de tener todo lo que deseen en el momento y de la forma en que lo pidan. De esta manera, no soportan una negativa a dichas demandas y exigen que todo se adapte a sus necesidades; y en el momento en que eso no sucede buscan la manera de evadir dicha la realidad, en lugar de encontrar soluciones para dichas problemáticas. Son personas que viven a costa de mañas y no de habilidades, personas que saben encontrar el atajo para todas las situaciones que la vida les presenta y de esta misma manera crecen hasta llegar a la etapa adulta. No se abandona jamás la postura infantiloide, demandante,  exigente, del niño de 3 años. No existe tal renuncia que lleve al adolescente a una madurez integral.

Así bien, al no renunciar a dicha postura, el sujeto no sabrá lo que es un duelo puesto que nunca ha pasado por él. Se aferra de manera determinante a no dejar esa postura. Ahora bien, tanto en la adolescencia como en otras etapas de la vida, las perdidas forman parte de los acontecimientos que deben acontecer, pero si al individuo no se prepara desde las primeras etapas de la vida a renunciar, a perder todo aquello que no corresponda a su etapa de desarrollo, difícilmente podrá enfrentar las pérdidas que se le presenten y mucho menos sabrá lo que es pasar por un proceso de duelo; lo que desembocará sólo en una evasión de la realidad y la búsqueda y el consumo de compensadores a toda costa.

 (Lic. Alma Barbosa).

 

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