¿CÓMO INFLUYE MI ESTADO DE ÁNIMO EN MIS ENFERMEDADES?
De acuerdo a diversas filosofías orientales, cuando el flujo natural de
energía del organismo se bloquea a causa de emociones que no hemos sabido
trabajar, aparece la somatización; la cual se define como la aparición de
cualquier síntoma físico sin causa orgánica aparente.
En este caso, diversas de las afecciones físicas a las que se enfrenta un
sujeto son causa de un problema emocional y mental. Muchas veces pensamos que
la mente y el organismo son dos entidades completamente separadas y lo que me
ocurre a nivel físico, no tiene nada que ver con mi estado emocional y mental.
Y esto se corrobora cuando se acude al médico a tratar sólo el síntoma. Más no
la causa de éste. De esta manera, el medicamento que se prescribe sólo
disminuye o aminora el malestar que se presenta en ese momento, pero al no
atacar la fuente principal del problema, el síntoma vuelve a aparecer cada vez
que tiene oportunidad de hacerlo, y con más fuerza. Entonces, las dosis que se
toman en un principio resultan con el paso del tiempo insuficientes e
ineficaces, por lo que el médico alópata recomendará duplicar y aumentar cada
vez más, las dosis prescritas. Sin embargo, no se tiene conciencia de este
hecho y a la vez, el medicamento también daña los órganos internos del
organismo.
Y con el paso del tiempo se deteriora cada vez más el organismo hasta
convertirse en alguna enfermedad crónica que se salga de nuestro control. Y en
este caso, los medicamentos controlados son la opción más recurrente y efectiva
para evadir aún más el problema que realmente les aqueja. No obstante, con el
paso del tiempo este tipo de medicamentos crean dependencia y entonces, ahora
nos enfrentamos a un problema de consumo excesivo o adicción a las sustancias.
Lo cual, con el paso del tiempo trae problemas y reacciones físicas como
inestabilidad en la marcha, lenguaje farfullante, incoordinación motora,
deterioro de la capacidad de juicio, convulsiones, estado de coma; sólo por
mencionar algunas.
Entonces, existe una relación directa entre lo que siento, pienso y hago. Cualquier
movimiento o cambio en alguna de estas áreas traerá una manifestación en las
otras dos. Por ejemplo, cuando vivimos altos grados de tensión (no presión, la
tensión que causan las ideas angustiantes, el reproche continuo, la culpa, el
resentimiento, y una vida monótona…), se elevan los niveles de cortisol el cual
es considerado como un veneno para nuestro organismo. A mayor nivel de cortisol,
el sistema inmune se debilita y soy propenso a contraer cualquier tipo de
enfermedad, se afecta la digestión y absorción de alimentos (colitis, síndrome
del colon irritable, úlceras…), aumenta la presión arterial, (infartos,
problemas cerebro-vasculares), imposibilidad de conciliar el sueño, existe retención
de grasa y de líquidos en el organismo (obesidad, antojo por alimentos dulces,
diabetes tipo 2), disfunción eréctil, piel reseca, escamosa, acné, etc.
Finalmente, vemos que esta sustancia química producida por un estado de
tensión constante, proveniente de mi actividad mental y emocional, puede
colapsar todas las funciones vitales de mi organismo. Entonces, revisemos qué
es lo que causa en mí, esas ideas que provocan tensión crónica, por mencionar
sólo un estado de ánimo al que estamos propensos cada día.
(Lic. Alma Stéphanie Barbosa).
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