¿CÓMO ENFRENTAR EL MIEDO?
“El miedo es una de las emociones
básicas del ser humano, por lo tanto, es parte natural de la vida. Sin embrago,
desde edades muy tempranas, el individuo se le educa bajo la idea de que muchas
de las emociones que experimenta son “malas” y que no debería de sentirlas. Por
ejemplo, cuando un niño siente alegría, los padres hacen todo lo que está en
sus posibilidades para que su hijo permanezca en ese estado de satisfacción y éxtasis;
por otro lado, cuando el niño se enoja, se siente triste o siente miedo, los
progenitores evitan a toda costa que viva estas experiencias, catalogadas como “malas”.
Desde ese momento vamos clasificando “eso” que siento como positivo y negativo,
cuando cada una de estas emociones tiene un propio fin. Por ejemplo, el miedo,
activado desde una glándula cerebral llamada amígdala, procura la supervivencia
del ser humano (en este caso) ante una situación amenazante, ya sea enfrentando
aquello que nos intimida o bien, huyendo. Este tipo de reacción la compartimos
con los animales, los cuales también se activan ante cualquier factor
atemorizante o que ponga en riesgo su vida.
No obstante, el ser humano consta de
una estructura dinámica que contempla una parte física, cognitiva y emocional. En
el momento en el que una de ellas se altera, por diversos factores, las otras
dos sufren cambios significativos. Por ejemplo, ¿no le ha pasado que al llegar
a su centro de trabajo, su jefe, quien regularmente lo recibe con una sonrisa
cálida y una palmada en el hombro, no lo recibe con el ánimo acostumbrado? Quizá
pueda pensar que está disgustado con usted o bien, que usted sea el responsable de su
estado de ánimo, o más aún, que esté pensando en despedirlo. Estas idas producen
angustia y miedo ante una situación fantasiosa, ya que no existe ninguna prueba
de que los hechos sean como yo los imagino. En ese momento, mi amígdala manda
señales de alerta a todo mi cuerpo, ya sea para salir huyendo o enfrentar la
situación amenazante. Así, el cuerpo se prepara contrayendo ciertos músculos,
irrigando la corriente sanguínea hacia ciertos puntos, o preparando al sistema
nervioso central para actuar. En este proceso gastamos la mayor parte de
nuestra energía vital. Este estado anímico, puede durar algunos minutos, horas,
días, meses o hasta años; en este caso, el desgaste físico, cognitivo y
emocional es atroz y los únicos resultados que podemos esperar son síntomas a nivel
físicos, que traducidos a un lenguaje coloquial se pueden definir como
gastritis, colitis nerviosa, colon irritable y perezoso, migrañas, artritis,
asma, ansiedad, depresión, hasta diabetes, cáncer, y enfermedades crónicas. Enfermedades
que la mayoría del tiempo no sabemos el porqué de su aparición, y mucho menos
cómo tratarlas.
Finalmente, una de las forma en las
que podemos enfrentar el miedo, sería aceptar que es parte de nosotros y que
cumple una función importantísima de supervivencia; y preguntarnos qué tan
reales son las historias que llego a crear en mi mente, aquellas situaciones
imaginarias de las cuales no tengo evidencia alguna pero que son causantes de
angustia ilimitada e irracional”.
(Lic. Alma Stéphanie Barbosa Aguilar).
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